miércoles, 29 de junio de 2011

Mil  manos
Cueva de las manos. Santa Cruz

Una caricia suave
               y recobras la vida;
el dedo que señala
   la puerta y te echa fuera;
una mano que a otra
   le coloca un anillo;
el puño enardecido
   que parece llamear.

Un palmearse la espalda
   al compartir la risa;
nudillos doloridos
   de anciana sensatez;
el amor que desborda
   de la mano en abrazo;
la garra envilecida
   dedicada a robar.

El dar con abundancia
   derramando lo propio;
la humildad de la mano
   extendida pidiendo;
el apretón que acoge
   al que llega cansado;
la mano que sostiene
              al que está por caer.

Las palmas que se juntan
   para implorar al Cielo;
la vida que se escapa
   por la punta de un dedo.

                  Ma. Rosa Spotorno. 2001

3 comentarios:

  1. Me gustó tu poema; en especial el último verso, el de la punta del dedo...
    Casi que es el recorrido de una vida o de muchas vidas a través de las manos. Florencia

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  2. hola soy maria del mar spotorno y soy de santa cruz... la verdad que la cueva de las manos es lugar hermoso igual que el poema.
    saludos

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  3. ¡Lindísimo poema! ¡Felicitaciones!

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