José Ma. Cabodevilla, adaptando de la hojas de ruta de los franceses, dice que el desafío de la fidelidad es saber qué cosas hay que aprovechar del camino de la vida, de la pareja y de la familia y qué cosas hay que evitar.
Cuáles son los sitios peligrosos del camino:
El pozo del egoísmo.
El bosque de las reticencias y de los ocultamientos.
La llanura de la monotomía.
Los picachos de la honra orgullosa.
Las arenas movedizas de los malentendidos.
Las zarzas de las frases hirientes.
El acantilado de ajenas seducciones.
El atolladero de la incomprensión.
Las emboscadas de los vecinos insidiosos.
El precipicio de la indiferencia.
Las malas hierbas de los caprichos.
Las playas de las propias comodidades.
El molino de las palabras inútiles
y el pantano de los recuerdos malos.
Hay que saber aprovechar aquellos lugares donde el afecto pueda restaurarse o fortalecerse:
El prado de los dias apacibles.
El atajo de una pronta reconciliación.
La carretera del mutuo respeto.
El arroyo de una benevolencia constante.
La alforja de los pequeños gestos.
El senderito de la intimidad sin testigos.
La posada de los obsequios recíprocos.
La sombra de una conversación afectuosa
y el campamento alborozado de los domingos.
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