Cuidar nuestras raíces
Me pareció interesante este texto que leí en “Aprender a querer, saber vivir”, de Juan Ramón García-Morato. Edit. Eunsa. Pág. 187
Si dejamos que el mundo sea configurado por baremos de eficacia y utilidad, todo -al final, también la vida- es más precario. Si nada es estable y todo cambia según los intereses del momento, la consecuencia es inmediata: ¿qué sentido tiene que sea estable la familia, la dignidad de la persona o la relación con Dios? También los estilos y modos de conducta son -deben ser- cambiantes. Las tradiciones desaparecen, se van rompiendo poco a poco los lazos con los orígenes. Y al convertirnos en personas des-arraigadas, el resultado se paga en precio de des-humanización.
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