Cueva de las manos. Santa Cruz |
Una caricia suave
y recobras la vida;
el dedo que señala
la puerta y te echa fuera;
una mano que a otra
le coloca un anillo;
el puño enardecido
que parece llamear.
Un palmearse la espalda
al compartir la risa;
nudillos doloridos
de anciana sensatez;
el amor que desborda
de la mano en abrazo;
la garra envilecida
dedicada a robar.
El dar con abundancia
derramando lo propio;
la humildad de la mano
extendida pidiendo;
el apretón que acoge
al que llega cansado;
la mano que sostiene
al que está por caer.
Las palmas que se juntan
para implorar al Cielo;
la vida que se escapa
por la punta de un dedo.
Ma. Rosa Spotorno. 2001
Me gustó tu poema; en especial el último verso, el de la punta del dedo...
ResponderEliminarCasi que es el recorrido de una vida o de muchas vidas a través de las manos. Florencia
hola soy maria del mar spotorno y soy de santa cruz... la verdad que la cueva de las manos es lugar hermoso igual que el poema.
ResponderEliminarsaludos
¡Lindísimo poema! ¡Felicitaciones!
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